lunes, 2 de julio de 2012

Etapa de crecimiento y desarrollo


Desarrollo y crecimiento de la niñez: un enfoque integrado

Autora y líder del equipo de trabajo:

Nellie Zambrana Ortiz

Co-autoras:

Iris Negrón Landrón
Vanesa Aponte Medina

Autoevaluación

Esta actividad ha sido diseñada para que piensen en la situación o premisa que se presenta y evalúen, según sus conocimientos y experiencia, si es apropiada o no y señale por qué. Le recomendamos que la haga antes de leer el módulo. Al final, volverá a contestarlas para comparar cómo ha cambiado su percepción sobre estos temas.
PremisaApropiadoNo apropiadoPor qué
Los niños de dos años que no puedan articular diez palabras deberían referirse a Intervención Temprana o a algún profesional del habla y lenguaje o psicólogo.   
Los niños y niñas preescolares se comportan inteligentemente cuando dicen las cosas correctas, según los adultos las ven.   
La escritura debe comenzar a estimularse desde que el niño o niña va a la escuela.   
La exploración sexual en la niñez temprana debe mirarse de forma natural, sin dejar de prestar atención a los signos de incomodidad, frecuencia de la acción y contexto.   
Cuando los niños y niñas inventan palabras se les debe corregir inmediatamente para que no se acostumbren a decirlas, cuando existen palabras correctas para nombrar las cosas.   
Si vemos a un niño o niña con repetidas dificultades para tolerar la estimulación táctil, que rechaza ser tocado, alterado en sus respuestas hacia los mismos, debemos referir la situación a profesionales de terapia ocupacional.   
La secuencia lógica del desarrollo motor es muy predecible, por lo que los niños pasan por las mismas etapas y las mismas experiencias.   
A los niños no se les debe leer cuentos de asuntos reales y dolorosos, como el divorcio o las enfermedades, porque no los pueden asimilar.   
Se sugiere comenzar el adiestramiento para ir al baño cuando los niños caminan y pueden entender simples palabras como “pipi”, “caca” o “panty”.   
Intervenir tempranamente ayudará a que el neurodesarrollo se nutra del aprendizaje vía la estimulación.   
La creatividad en la niñez se estimula proporcionando herramientas sofisticadas para que sus obras sean de calidad.   
Para aprender a leer, los niños necesitan hablar (para ellos, con amigos imaginarios, con otros), escuchar y ser escuchados, y relacionarse con la letra escrita de forma natural y placentera.   

Introducción

En este módulo, se presentarán los temas más relevantes del crecimiento y desarrollo de la niñez temprana para que la educadora reconozca los diversos procesos y pueda hacer ajustes a sus prácticas de enseñanza teniendo mayor comprensión del alcance de las mismas. Verán el traslapo de los procesos del desarrollo, desde la infancia hasta los seis años. Este continuo les ayudará a enlazar sus ideas y preguntas sobre cómo se desarrolla la niñez puertorriqueña. Además, les recomendamos consultar los otros módulos de temas específicos, aprender a gradar las actividades cuando sea necesario, a lidiar con las barreras administrativas y a ser ingeniosas en la marcha.

Metas de las autoras

Esperamos que, con la lectura y comprensión de este material, las educadoras puedan:
  1. Entender las características del desarrollo humano a través de la vida y las tendencias del neurodesarrollo, fundamentales para el aprendizaje en esta etapa.
  2. Entender la relación entre las dimensiones físico-motor-sensorial, socioemocional y cognoscitivo-intelectual, desde la infancia hasta la niñez temprana, y sus manifestaciones en la niñez.
  3. Evaluar y revisar las ideas y percepciones que sostienen sus prácticas educativas sobre la niñez temprana, como un proceso de autoeducación.

Introducción al concepto de desarrollo humano durante la niñez

Las niñas y los niños tienen derecho a educarse, a desplegar sus talentos, a conocer su identidad nacional y a ser felices. Para eso, los educadores y cuidadores de la niñez temprana debemos facilitar los procesos de su crecimiento y desarrollo, aportando a sus vidas nuestros conocimientos y compromiso profesional. Un buen paso es reconocer que desarrollo se refiere a: los cambios en la función del organismo en su contexto social, que comienza con la concepción y continúa a través del ciclo de toda la vida. Esos cambios involucran experiencias que promueven la adquisición de destrezas cada vez más complejas con respuestas más sofisticadas. El desarrollo humano es influenciado por una interconexión de procesos biológicos, intelectuales y socioemocionales que lo hacen complejo y, a la vez, fascinante.
Nos referimos como desarrollo típico a los cambios en los distintos procesos, cuya trayectoria concuerda con la de la mayoría de individuos de la misma especie, edad y contexto sociocultural. Cuando uno o varios de estos procesos no se manifiestan acorde con la amplia población decimos que hay deficiencia en el desarrollo. Los factores asociados a deficiencias en el desarrollo son: prematuridad, peso al nacer menor de 5 libras con 8 onzas, ventilación mecánica, hemorragia intraventricular (corazón), espina bífida, episodios de bradicardia severa, desorden genético o metabólico, problemas visuales (retinopatía del prematuro), hidrocefalia, infecciones y pérdida auditiva. Las educadoras y profesionales de la salud deben trabajar en sintonía para prevenir, adaptar, remediar e intervenir lo más tempranamente posible en promover, al máximo, el desarrollo de las capacidades de los niños.

Procesos fundamentales de las dimensiones del desarrollo

Procesos biológicos

Movilidad, crecimiento músculo-esqueletal, sensación, coordinación, maduración neurológica

Procesos socio-emocionales

Personalidad, temperamento, actitudes, emociones, relaciones interpersonales, socialización y cultura

Procesos intelectuales

pensamiento, inteligencias, lenguaje —simbólico y gráfico—, estilos de aprendizaje, percepción, creatividad, estrategias para pensar y solucionar problemas

De 0 a 12 meses: primer año de vida. Dominando la fuerza de gravedad, primeras palabras, sonidos y relaciones.

Neurodesarrollo e integración sensorial

Esta es una etapa de desarrollo neurológico vertiginoso. Muchas de las actividades sicológicas y físicas comenzarán a evidenciarse, como el lenguaje, el pensamiento simbólico, la coordinación sensorial y motriz, y el aprendizaje social. En ningún otro momento de la vida humana este desarrollo neurológico es más rápido que durante el primer año de un infante; basta con apreciarlo mes tras mes. La combinación de redes neurales que se conectan gracias a la estimulación sensorial son como el terreno fértil y la semilla viva. Y cada vida es un ser único y, a la vez, complementario con toda su especie. La integración sensorial es el proceso neurológico por el cual se organizan las sensaciones para su uso en nuestro diario vivir. Normalmente, el cerebro del infante recibe mensajes sensoriales de su cuerpo y del ambiente, los interpreta y organiza su respuesta para que tengan propósito e intención. Todas las sensaciones en su cuerpo trabajan en conjunto para ofrecerle información sobre lo que está a su alrededor. Cuando esto ocurre apropiadamente, el cerebro usa esas sensaciones para que el infante forme una percepción adecuada, responda debidamente a la situación y derive aprendizaje. Cómo responde el infante ante lo que le rodea nos indica si la información en su cerebro está siendo integrada correctamente. Si esto no es así, vemos, por ejemplo, a un infante que tiene rabietas constantes en la bañera debido a que no puede interpretar adecuadamente la sensación del jabón y el agua en su cuerpo. Esto se conoce como déficit en la integración del estímulo táctil. Un desarrollo típico significa que los sistemas madurativos que controlan la actividad cerebral y física están sanos. Cuando nacemos, nuestros movimientos son respuestas reflejas que no controlamos. Con la experiencia y maduración neurológica, pasan a un estado voluntario, es decir, las controlamos. Para que el infante alcance su mayor logro –dominar la gravedad– dependerá del cuidado de los adultos.

Movimientos del desarrollo: del cerebro a los pies y del tronco a las extremidades

Las funciones motoras del infante se desarrollan de la cabeza a los pies; a esto le llamamos tendencia céfalo-caudal. Los ojos y la cabeza son las primeras partes del cuerpo que el infante aprende a controlar. Lograr mantener la cabeza y el cuello estables es una habilidad fundamental, que tiene un valor importante de supervivencia. Cuando el niño o la niña logran esto, pueden respirar adecuadamente, tragar alimentos y desarrollar destrezas de percepción visual que les ayudarán a desarrollar una imagen adecuada de su entorno. Esto será necesario para que comience a explorar objetos y personas. Mientras esto ocurre, su cerebro estará ocupado, trabajando para integrar las sensaciones en su oído, los músculos de sus ojos y los del cuello. Esto último es la base para el desarrollo futuro de la lectura.
Siempre es necesario proveer experiencias ricas en estímulos sensoriales. Cuando los bebés tienen rezagos del desarrollo, es preciso la estimulación e intervención temprana para potenciarlos al máximo de sus posibilidades físicas y mentales mediante estimulación continua y regulada. Estas asistencias pueden recibirse a través de los Centros Pediátricos de Servicios de Habilitación del Departamento de Salud , o a través de las Clínicas Externas en el Hospital Pediátrico Universitario, pediatras del desarrollo y terapistas ocupacionales y físicos; audiólogos, del habla y lenguaje, entre otros.

Tacto, afecto y seguridad

La sensación de tener el pañal mojado hace que el infante esté incómodo, mientras que el toque de las manos de la madre es relajante. Sin embargo, el niño no puede identificar bien dónde está siendo tocado porque su cerebro no puede diferenciar un punto de otro. A esta edad, la sensación del tacto es más importante como fuente de satisfacción emocional. El contacto entre la madre y el infante es esencial para el desarrollo del cerebro y los lazos afectivos. Durante su primer mes, el bebé agarrará, por reflejo, cualquier objeto que toque la palma de su mano. Este reflejo está diseñado por la naturaleza para ayudar al niño sostenerse y no caerse. Ya que el recién nacido no tiene la habilidad para abrir o extender sus dedos, sus manos frecuentemente permanecen formando un puño durante los primeros meses de su vida.
La confianza en la niñez se desarrolla desde su nacimiento. Y para establecerla, la madre, el padre o la persona a cargo del cuidado del infante deben responder con prontitud a satisfacer sus necesidades físicas. Recordemos que ya ha experimentado las sensaciones del mundo intrauterino, porque, desde entonces, sus sentidos han estado funcionando y recogiendo sonidos: los latidos del corazón de la madre, de la digestión, los movimientos en el líquido amniótico, el canto de la madre, las palabras del padre, así como cambios en intensidades de luz. Un ambiente de cuido que propicie un buen desarrollo debe satisfacer las necesidades físicas, como una alimentación adecuada , sueño, limpieza, estímulos a sus sentidos, afecto y caricias y seguridad.
Las cuidadoras de infantes menores de un año deben estar alertas a las necesidades individuales y a proveer la estimulación afectiva a través del contacto visual, caricias, sonrisas, arrullos, canciones, juegos y juguetes que pueda el bebé manipular (que sean simples y seguros –evite los que necesiten baterías), cambios de ropa y cuidados médicos (aquéllos de seguimiento y rutina, y los necesarios si hay alguna deficiencia del desarrollo –común en los bebés prematuros y de muy bajo peso al nacer–, condiciones relacionadas o enfermedad).

Dominando la gravedad

Hacia el sexto mes, el infante logra rotar la muñeca, de manera que puede virar su mano y manipular objetos para jugar de maneras diferentes: con la cuchara, maracas, entre otras. La mayoría de los movimientos en los primeros seis meses son automáticos, pero ahora el infante comienza a hacer cosas que tiene que planificar. Cada nueva actividad envuelve más la planificación motora y, a su vez, la integración sensorial. El bebé puede sentarse solo por un periodo corto de tiempo sin perder su balance. Las reacciones musculares automáticas que lo mantienen de pie se guían por sensaciones de movimiento y de gravedad.
Llegando al primer año de vida, los infantes son muy capaces motor y sensorialmente. Esto es la base para su desarrollo intelectual. Ya caminan y usan sus brazos y manos para explorar el mundo físico, pueden comer con sus manos y dedos en forma de pinza y usar utensilios. El salto cualitativo cuando un infante sube una escalera tiene una secuencia lógica: su cerebro registra que está moviéndose hacia arriba, hacia el frente y de lado a lado; por lo tanto, el bebé responde flexionando y extendiendo sus piernas, alterna los pies, desliza sus manos por la pared, mantiene el balance para no caerse y se mantiene derecho. La misma secuencia es necesaria para cuando lo haga de pie, pero usando el pasamanos de la escalera, acción que resulta una conducta más sofisticada. Esta experiencia de logro motivará al infante a seguirlo tratando en otras superficies y lugares.

Herramientas y lenguaje

Los infantes usan los juguetes, instrumentos musicales, pinturas, papel y otros como herramientas para aprender las relaciones entre éstos y para nombrarlos. Esto estimulará su lenguaje. Durante todo este año de vida han usado sus labios, lengua y encías –que tienen muchas terminaciones nerviosas y llevan mensajes eléctricos al cerebro– para percibir la textura y superficie de los objetos, como si fueran sus ojos. Y estas actividades las puede realizar en diversos contextos, como lo es el baño diario.
El bebé ha estado escuchando su lengua vernácula y ha identificado los sonidos de las palabras y de aquellos que le hablan. El cerebro humano registra todos los sonidos y guardará los que escucha con más frecuencia porque los asociará con su experiencia. Podrá registrar los sonidos de todos los idiomas que le hablen, pero sólo guardará los que, en función de su contexto, se usen más. Se es capaz de hablar más de un idioma si se nos expone al lenguaje hablado y a la audiencia que nos escuche hablarlos. Cuando hablamos a los bebés constantemente, se añade vocabulario auditivo. Así, cuando estén listos para articularlo, tratarán de comunicarse a través de varios peldaños del lenguaje expresivo, que comienza con el balbuceo, pasa a sílabas, palabras sueltas y hasta frases cortas. Luego de los dos años, hablará en frases, oraciones cortas y, posteriormente, oraciones de tres o más palabras.
Coordinar tareas básicas que requieran destrezas motoras gruesas y finas con el lenguaje es muy fácil e importante. Una actividad que hacen todos los infantes al menos tres veces al día es comer. Cuando pueden sentarse erguidos (desde los seis meses aproximadamente) ya se debe introducir la cuchara, el tenedor, los platos y vasos, en vez de retenerlos en el biberón y las comidas tipo puré. Los utensilios son herramientas, y la comida sólida estimula sus encías, dientes, lengua, paladar y labios, a la vez que articula sus mandíbulas. Este mecanismo completo es el responsable del habla. Para que el infante siga nutriéndose adecuadamente la Academia Americana de Pediatría recomienda que se siga dando leche de pecho al infante hasta los dos años, aún cuando reciba otros alimentos sólidos, porque cumple funciones alimenticias, afectivas y motoras. Para entonces, ya el infante habrá adquirido otros esquemas de movimiento con su boca, los cuales le permitirán, incluso, usar vasos con boquilla (“zippy cups”).

Tareas que promueven independencia

Dos tareas clave en el desarrollo del bebé en esta etapa son comer por sí mismo y hacer sus necesidades básicas en el baño. Existe aquí una conexión importante entre el lenguaje, la capacidad motora-sensorial y la autonomía. A los 12 meses, ya casi todos los niños caminan o están en proceso de hacerse más hábiles al caminar; asimismo, articulan de 10 a 15 palabras. Con la tarea de apoyarlos para ir al baño y comenzar a tratar de hacer sus necesidades de eliminación, involucramos tanto experiencia sensorial y física, como intelectual –secuencia, orden, vocabulario– y social. El apoyo emocional que le demos al infante que está alcanzando su independencia física y sensorial incluye el relacionarlo con la bacinilla y con las palabras baño, “pipi”, hacer caca, u otras expresiones semejantes. Una intención importante del lenguaje del infante en esta etapa es comunicarse y nombrar su mundo, y esto incluye lo que desea hacer.

Sensaciones y tareas más complejas

Para poder entender el sistema sensorial, debemos saber que se compone de sistema proximal y distal. Los cinco sentidos distales son los que todos conocemos: olfato audición, gusto, tacto y visión. Los dos sentidos proximales son más complicados y consisten del sistema vestibular, propioceptivo-táctil. Este sistema sensorial proximal consiste en lo siguiente: el sentido del tacto –distal–dividido en dos componentes: el protectivo y el discriminativo. El primero identifica signos de peligro o daño; el segundo, nos provee información de nuestra piel, y nos permite identificar el tipo de texturas, forma y tamaño de los objetos de nuestro ambiente, lo que nos ayuda a distinguir entre las sensaciones placenteras y las que no lo son.
El sentido del tacto tiene una enorme influencia en el aprendizaje temprano. Durante el proceso de desarrollo del lenguaje, destrezas motoras y el desarrollo cognoscitivo, el infante aprende a través del tacto y la exploración táctil. Es por eso que si proveemos a los niños con actividades como juegos con texturas variadas, que se coman o no, o juegos de reconocer figuras con visión ocluida, estaremos estimulando el desarrollo de este sentido.
Como con cuchara (11 meses)Como con cuchara (11 meses)Camino y exploro (11 meses)Camino y exploro (11 meses)
El sentido propioceptivo es el sistema que nos ayuda a integrar tacto y movimiento para informar al cerebro sobre dónde el cuerpo está posicionado en el espacio y ayuda en el tono postural y el equilibrio. Además, provee información a través de nuestra articulación, músculos y ligamentos sobre dónde están las partes de nuestro cuerpo y de cómo trabajan entre sí. Los receptores propioceptivos están localizados en los tendones de los músculos, las articulaciones y la piel, y son estimulados por el movimiento activo de los músculos y las articulaciones. Brincar cuica o jugar a carretilla pueden ayudar al niño a estimular este sentido.
Finalmente, el sentido vestibular provee una relación básica entre la gravedad y el mundo físico. Los receptores vestibulares están localizados en los canales del oído interno, y sus receptores son estimulados por el movimiento y la gravedad; son los que le dicen a nuestro cuerpo en cual dirección y cuán rápido es el movimiento. Una estupenda sensación para casi todos los niños es mecerse en una hamaca o en el regazo de una persona cálida y amorosa. Estas sensaciones, a su vez, están ayudando a formar el apego seguro en el infante.

Lectura y otras destrezas

La lectura es una actividad que aporta al desarrollo intelectual del infante desde su nacimiento. Al leerle o darle libros de tela o plástico, promovemos su desarrollo físico porque estimulamos destrezas de agarre y auditivas; fomentamos el desarrollo cognoscitivo a través del aprendizaje de conceptos, tales como formas, colores, texturas y tamaños que se representan en los libros para esta edad. Con esta acción, fortalecemos las relaciones de afecto al ofrecer una actividad social muy humana, además de añadir nuevo vocabulario y estimular la creatividad y la imaginación.
Algunas actividades y materiales apropiados. Recordemos que muchas de las actividades pueden ser modificadas para otras edades, añadiendo reto y cambiando materiales.
Ejemplos para 9-12 meses:
  • Me oigo (grabación del bebé haciendo sonidos para que se oiga)
  • Mi cuerpo (cantarle canciones que aludan a las partes del cuerpo mientras se señalan)
  • Inventar canciones con su nombre
  • Juego con bloques
  • Carrera de obstáculos (colocarlos en el suelo mientras se le llama del otro lado)
  • Halar y empujar (juguete con ruedas o que se deslice fácilmente, como un carrito, coche de muñecas, u otros).

De 12 a 24 meses. Desde el primer año al segundo año de vida: explorando con autonomía y comunicando con palabras.

Percepción del cuerpo y conciencia motora

Esta es la edad en que se comienzan a llamar “maternales” y “trotones”: que caminan y corren. Los niños y niñas continúan su interés por explorar más allá de su espacio inmediato, y sus capacidades de movilidad, junto con su entendimiento de causa y efecto, le llevarán a trepar para alcanzar lo que antes no alcanzaban y a desarrollar estrategias de solución de problemas incipientes. Ahora explora el mundo de manera rápida. Predominan los juegos usando sus músculos gruesos y finos con más agilidad.
¡&Qué rico es alcanzar, tocar y gustar (2 años).!
Durante este año, el niño practica variaciones de movimiento no significativas para ganar conciencia sensorial adicional de cómo funciona su cuerpo y cómo opera el mundo físico. Toma cosas y las arroja, empuja y hala juguetes, sube y baja escaleras, explora su casa y los alrededores, y se mete en todos los lugares, hasta angustiar a sus padres. Sin embargo, los padres deben angustiarse más si el niño no hiciera eso. Por el contrario: necesita oportunidades para interactuar con el ambiente físico tanto como necesita que lo alimenten y lo amen.
A esta edad, el niño disfruta ser brusco, carretear y columpiarse. Estas actividades le proveen mucha de información sensorial de su cuerpo y de los receptores de gravedad del oído interno (vestivular). Además, le da una sensación de cómo trabaja la gravedad, cómo se mueven las distintas partes de su cuerpo, cómo interactúan unas con otras, qué no pueden hacer, qué hace que se sienta bien, qué hace daño y qué hace sentirse incómodo. Toda esta información sensorial forma una imagen en los sensores internos del cuerpo (dentro del cerebro), a lo que podemos llamar percepción del cuerpo o conciencia motora.
Los niños tienen una “brújula” interna que les permite explorar las áreas, no sólo de forma horizontal, sino también verticalmente. De esta manera, logran trepar algunas superficies u objetos sin todavía caminar. Para poder escalar, los niños deben tener bien organizadas sus sensaciones de gravedad y movimiento, ya que esta actividad integra esos datos con las sensaciones del cuerpo y con la información visual. Escalar requiere un gran reto de inteligencia sensori-motriz y es un paso importante hacia el desarrollo de la percepción del espacio visual. De la misma forma, las respuestas sensoriales aumentan con la motivación adecuada al ofrecer al infante paulatinamente los objetos para jugar. Mientras dominan la coordinación entre ojos y manos, aumentarán su dominio de jugar con un solo objeto, hasta jugar con dos o tres, luego los organizará, clasificará y apilará controlando sus movimientos. Contrario a las creencias populares, el niño es un ser mucho más regulado de lo que se cree, y lo vemos cuando su progresión de destrezas motoras y mentales son más organizadas, incluso desde muy pequeño. Por eso, las filosofías educativas que promueven el apoyo al niño en su viaje seguro hacia la autonomía y que dan espacio y tiempo para la exploración tienen mejores resultados que aquellas centradas en las educadoras y en currículos limitados al material escolar.

¿Cuándo debemos preocuparnos?

Las educadoras de la niñez temprana deben saber que una disfunción en integración sensorial es la inhabilidad para responder apropiadamente a esas experiencias ordinarias, las cuales ocurren cuando el cerebro procesa deficientemente las sensaciones que nos llegan del ambiente. ¿Cómo una integración sensorial inadecuada nos puede “sacar de juego”? Imaginemos que las sensaciones son como automóviles que viajan por las vías de rodaje. Si nos encontramos con una intersección donde el semáforo está dañado, es muy probable que se forme una congestión de vehículos. Algo parecido sucede con el mensaje de las sensaciones hacia el cerebro. En la carretera, el policía puede ayudarnos a dirigir el tránsito para que la vía de rodaje fluya sin dificultades. En el caso de las sensaciones, el cerebro nos ayuda a filtrarlas, modularlas y decidir cuáles son relevantes para la actividad que estamos realizando. Cuando esto sucede, el niño se esfuerza para alcanzar, mantener y ajustar los niveles de alerta necesarios para realizar una tarea específica. Eventualmente, veríamos que los niños que tienen su “brújula” limitada serán menos eficientes aprendiendo autónomamente. Estos necesitarán un enfoque educativo que les ayude a mejorar su autorregulación y a no ser dependientes del estímulo externo.

Reglas sociales: leyendo el mundo

De la interacción social, los niños y niñas deducen muchas de las reglas sociales con sus cuidadoras y educadoras, las ensayan y las ponen a prueba. Por ello, los límites deben ser muy tolerables para los pequeños, pero firmes. El lapso de atención del pequeño es muy corto por el momento, por lo que su tendencia natural es a moverse de una actividad a otra. Podemos ayudarle a enfocar y a organizar sus pensamientos y conducta proveyendo una actividad que le cautive y retirando todo estímulo innecesario o molestoso, incluyendo instrucciones innecesarias del educador. Recordemos que la situación de juego fomenta muchas oportunidades para la organización y el disfrute sensorial y lingüístico con el niño mismo. Basta con una demostración sencilla y los niños harán su trabajo: jugar. A los dos años de edad, también se aprende a entender y seguir instrucciones, así como a “leer” intenciones. La mayoría de los niños aprenden a comunicar muchas cosas durante este año; otros esperan hasta el próximo para mejorar el desarrollo del lenguaje. Y lo logran.

Lenguaje, autonomía y expresión creativa

Los niños y niñas entienden y procesan mucho más información de lo que pueden verbalizar y articular. Debemos darles espacio y tiempo para tratar por ellos mismos, sin ser muy directivos. Exprese la conducta deseada en un mensaje positivo, corto y firme. A través del lenguaje, el niño también logra independencia social en todas las áreas de su vida. Entre ellas están realizar sus necesidades de eliminación (con apoyo), alimentarse, asearse, vestirse, agarrar, manejar y nombrar objetos de su ambiente: coordinación motora, física y sensorial.
La niña es autónoma en el baño (1 año y 4 meses)La niña es autónoma en el baño (1 año y 4 meses).
Neurológicamente, en esta edad, el niño ya puede controlar sus deseos de orinar y defecar, pero necesita que la educadora lo apoye usando ropa interior para estos fines (los pañales desechables no son apropiados, ya que no permiten el contacto sensorial con la humedad) y la bacinilla (que esté muy accesible). Esta rutina debe repetirse cada hora. Se puede prescindir de los pantalones o faldas si gustan (recuerde tener un cambio de ropa y varios “panties” o calzoncillos de entrenamiento adicionales). La mayoría de los niños y niñas ya pueden articular verbalmente bastantes palabras, frases y hasta oraciones de tres palabras. Toda instancia social puede ser un momento crucial para seguir apoyando su desarrollo lingüístico, contestando en oraciones, haciéndoles preguntas, elaborando sus ideas y validando sus intentos. Nos referimos a cuando los niños inventan palabras o hacen aproximaciones, lo cual es un gran salto en su desarrollo lingüístico. En la siguiente viñeta se ve cómo la educadora expande y valida su mensaje:

Viñeta 1: Ampliando el lenguaje

Niño: “Mamá casa”.

Educadora: “Sí, mamá está en la casa. Vamos a jugar con los materiales.”

Viñeta 2: Apoyando su independencia

Niña: Se resiste a entrar al salón.

Educadora: “Entra Paula,” dice la educadora, mostrando el área que le atrae, “Vamos al área de arte.”
En todos los casos, se trata de un proceso muy rico, que los expone a nuevas palabras, les apoya en momentos de confusión y, al validarles sus aproximaciones lingüísticas, les facilita culminar en la convención del lenguaje. Los niños y niñas harán el ajuste necesario a su “regla” para nombrar el mensaje completo o para nombrar el objeto de forma convencional. Si los el adulto modela el lenguaje hablado, los niños lo seguirán activamente porque les hace sentido. Este es el fundamento para la lectura.
El niño de 2 años que participa del acto de la conversación con otros niños y adultos se prepara para usar el lenguaje que escucha en actividades tales como lectura en voz alta en círculos de lectura o en juegos de adivinanzas con objetos.

Viñeta 3

Educadora: “Tengo en la bolsa algo que ladra y tiene 4 patas. ¿Me pueden decir qué es?” Gustavo: “¡Un perro!”

Viñeta 4

Aura: “¡Mamá, bilo!”, dice la niña mirándose su ombligo.
Si la expresión oral del niño es limitada, tenderá a expresarse por medios físicos. No le limite el diálogo y siempre estimule con entusiasmo sus esfuerzos. La adquisición del lenguaje facilita el desarrollo del autocontrol al hacer un puente entre la palabra y la intención. Las actividades que se mencionan y describen a continuación tienen el propósito de proveer, a las educadoras y cuidadoras, ejemplos de lo mucho que puede hacerse a bajo costo y que pueden recomendar a las madres, padres y encargados para estimular el aprendizaje y el desarrollo de sus hijos. Es importante separar tiempo para explorar con los niños y niñas las fronteras de su aprendizaje con materiales apropiados.
Algunas actividades y materiales apropiados Recordemos que muchas de las actividades pueden ser modificadas para otras edades, añadiendo reto y cambiando materiales.
  • Pintar con los dedos o con pinceles anchos y utilizando pintura dactilar o acuarela. Use papelones, rollos de hilo de madera, piedras que encuentre en el patio, hojas, o deje que el niño sumerja el objeto en la pintura y lo ruede o lo mueva sobre el papel. Pintar con los dedos provee una experiencia segura y agradable. Provea materiales con diferentes texturas, un caballete con sujetadores para papel y delantal.
  • Bolsas para rodar, bolas de playa suaves, bolas con diferentes texturas. Ponga al niño frente a usted y ruede la bola entre sus piernas.
  • Use bolas que reboten para ayudar al niño a desarrollar balance al poner la bola entre sus piernas y poner sus brazos encima.

De 2 a 3 años. Mis cuentos, juegos y emociones: me gusta ser yo.

Identidad, voluntad y juego

Los niños y niñas a esta edad reclaman su autonomía gracias a la independencia que hemos apoyado en ellos. Están en movimiento constante y aunque tienen lapsos de atención cortos, son capaces de enfocarse por más tiempo en lo que les gusta. Siguen desarrollando sus destrezas intelectuales a través del lenguaje, con oraciones de tres o más palabras. Lo más importante es que desea ser tratado como un ser social, y lo logra imitando los actos sociales. Usemos su voluntad para encaminarlos hacia el aprendizaje por placer.
En esta etapa, los niños y niñas se están afianzando en su voluntad y luchan por determinar sus propias acciones, mientras continúa su progreso mental, emocional y su conocimiento del mundo físico. Sin embargo, ocurrirán cambios de conducta, y la manera en que éstos sean percibidos y manejados los afectará en el presente y en el futuro. Como ya tienen conciencia corporal, son capaces de reconocerse en un espejo: “Soy yo”.
Comprender la conducta de un niño de dos años y reaccionar apropiadamente tendrá como fin un niño con un autoconcepto, o idea de sí mismo, positivo. A esta edad, le gusta dramatizar los eventos del día e imitará la vida real al jugar (para ello, están las áreas de los centros de maternales y preescolares). Este juego promueve el uso y manejo del diálogo y situaciones sociales. Asimismo, les ofrece la oportunidades para sentir autocontrol en su vida.
Es conveniente establecer rutinas para comer, dormir, lavarse las manos y los dientes, limpiar las áreas de trabajo, poner la mesa y usar el servicio sanitario, ya que esto permite que se conviertan en un proceso social para la vida, que requiere práctica y tiempo. Las rutinas proveen predicción y seguridad a los niños y niñas en un ambiente seguro, lo que debe continuarse en el hogar. El gran reto para muchos padres y madres es contestarse la pregunta: “¿Cómo lo hace usted maestra, con 18 ó 25, mientras yo no puedo manejar uno o dos?” La respuesta está en la consistencia, firmeza, amabilidad al establecer y llevar una rutina diaria. Las claves están en: proveer los materiales a la altura y tamaño del niño, tener envases pequeños con la cantidad justa por ejemplo, no llenar los vasos de líquido hasta el tope), vestirlos con ropa que puedan quitarse fácilmente y usar “panties” o calzoncillos de entrenamiento. Nunca subestime sus capacidades de aprendizaje. Tampoco lo castigue por accidentes; después de todo, está aprendiendo unas tareas para la vida. En cambio, aplauda los pequeños progresos. Una vez se sienten atraídos por hacer las cosas ellos mismos, el camino hacia la autonomía e independencia está comenzado.
Cepillándose los dientes.Cepillándose los dientes.Vistiéndose.Vistiéndose.

Sexualidad y sensaciones

Un tema recurrente y relacionado a las tareas de higiene personal es la sexualidad, tan complementaria con la niñez temprana, pero tan incomprendida por algunas educadoras, padres y madres. La sexualidad es parte intrínseca de nuestro ser biológico y sociocultural porque representa nuestra genitalidad, la construcción de nuestra identidad de género y nuestro ser sensual. El niño y la niña experimentan sensaciones de placer a través del tacto de sus genitales, ocasión que sirve para enseñarles a asearlos y a protegerlos. Las educadoras deben comprender que la exploración y manipulación que hace el menor de su pene o la menor de su vulva es esperada en esta etapa y puede derivarle aprendizaje y placer a la misma vez porque es un área de muchos receptores sensoriales. Esta es ocasión de reforzar positivamente su rutina de aseo y exploración genital en el lugar más apropiado: el baño.

Escritura, ejercicio, solución de problemas y más herramientas

Ahora, los niños agarran y manejan las herramientas que le permiten hacer trazos y garabatos para dejar sus marcas por doquier. Sus destrezas motoras finas y gruesas mejoran su calidad y precisión. Dominan la gravedad con el equipo adecuado y seguro (ver la foto en barras paralelas) y aprenden a resolver problemas del diario vivir (como lo hace la niña en la banqueta de orinar para alcanzar el lavamanos). Tampoco el uso de herramientas es siempre convencional, como lo vemos en la tercera de estas fotos: la niña (2.7 años) puede hacer ritmo y música con una cacerola.
Barras paralelas, haciendo gimnasia recreativa (2.8 años)Barras paralelas, haciendo gimnasia recreativa (2.8 años)Resolviendo problemas del diario vivir (2.3 años).Resolviendo problemas del diario vivir (2.3 años).¡Parranda!¡Parranda!
Por otro lado, si observamos que, en lugar de sentirse satisfecho cuando se mece en un sillón, el niño muestra llanto exagerado que no podemos explicar; o que, en vez de esforzarse en cortar con la tijera, lo hace de forma rápida y descuidada; que, en lugar de devolver un abrazo o tolerar un tacto inesperado, empuja o da golpes y puños, esto muy posiblemente sugiere una disfunción en la integración sensorial. Cuando el niño rechaza las sensaciones ordinarias o busca estimulación excesiva, o cuando no puede lograr que su cuerpo responda como quiere y necesita, puede estar en riesgo y debe ser referido para evaluación profesional. El niño que se desvía marcadamente de la secuencia de desarrollo de la integración sensorial es propenso a tener problemas en algunos aspectos de su vida personal y académica. Por ello, la mejor actitud ante un desarrollo atípico es observarlo detenidamente para hacer un buen referido. Mientras más temprano se haga, mejor, porque el neurodesarrollo estará a nuestro favor.

Autocontrol y pensamiento

Cuando los niños y niñas crecen, la disciplina se convierte en parte importante de su vida social diaria. La disciplina no significa castigo corporal ni sicológico, sino que es una forma de control interno que todos vamos desarrollando con tesón, paciencia y límites tolerables. Disciplinar es enseñar autocontrol, el mismo que queremos que usen en el baño, con sus pertenencias, en los juegos y otras tareas. Comenzar la disciplina desde temprano sienta la base para el adulto y el niño de qué es aceptable en la vida diaria. Es importante entender el nivel de desarrollo emocional del niño al establecer límites tolerables, que poco a poco se irán modificando conforme adquiera mayor responsabilidad y autocontrol. Comenzar temprano y ser consistente en la disciplina ayuda a que el niño entienda sus límites más fácilmente y a que los adultos establezcan consecuencias resultantes de la mala conducta.
Las demandas que hacemos a un niño de dos a tres años no deben estar en el mismo nivel cualitativo de las que hacemos a uno de cinco a diez años, ya que, intelectualmente, sólo tienen la capacidad para pensar y dar respuestas de manera espontánea, poco reflexiva y con lógica preoperacional. Sus percepciones del mundo están mediadas por su lenguaje en su corta experiencia de vida, su memoria, a las asociaciones que hace de lo que ve y la calidad de mediaciones que hacen los adultos a su alrededor. La capacidad para formar asociaciones lógicas –operaciones mentales– también está mediada por sus previas experiencias sensoriales y motoras. Por lo tanto, este niño presenta un pensamiento más simbólico, es decir, procesa mentalmente las categorías y nombres de las cosas, aunque no las pueda ver. Eso hace sentido al momento de entender cómo las educadoras deben presentarles las instrucciones; invitarlos a trabajar con materiales, juguetes o personas, y a pedirles que “vean” las consecuencias. Una niña estimulada para expresar lo que piensa y por qué lo piensa puede, entonces, articular un pensamiento más razonado, aún cuando esa lógica sea un poco imperfecta, pero lógica al fin.

Viñeta 5

Adulto: “Está lloviendo”.
Niño: “Las nubes lloran,” dice para explicar por qué está lloviendo.
La estimulación del lenguaje expresivo y auditivo, así como los juegos que involucren el pensamiento simbólico y el intuitivo, las mediaciones de las educadoras para apoyar sus aproximaciones lógicas y para presentar un vocabulario más sofisticado, hacer preguntas hipotéticas –qué pasaría si yo cambio esto aquí–, presentar explicaciones más lógicas y materiales más retantes –autocorrectivos y atractivos– y pedir que predigan los finales de los cuentos o historias son algunas de las experiencias que potencian el desarrollo de los niños y permiten que éstos construyan conocimiento.
Las funciones sensoriales integrativas se desarrollan en un orden natural, y muchos niños siguen esta misma secuencia básica. Algunos desarrollan rápido, y otros más lento, pero todos viajan por el mismo camino. La adquisición del lenguaje también tiene una secuencia natural, mediada por las expectativas socioculturales de su contexto. Diríamos que los niños incorporan más rápido y mejor el uso y la función del lenguaje que la forma misma del lenguaje. Por ello, en una visión que integre los aspectos más valiosos del lenguaje, las educadoras deben enfocarse en este orden: dar mayor importancia al significado –semántica–; luego, al orden y concordancia –sintaxis y gramática– y posteriormente a la pronunciación y la escritura –sistema grafofónico. En la siguiente expresión, valoraríamos la función de la misma, la intención de la niña en su discurso –pragmática–, su significado –semántica– y no tanto su concordancia.

Viñeta 6: Validando sus aproximaciones

Niña de 2.2 años dice: “¡Una lobulila!”
Madre: “¡Sí, mira sus alas como se mueven!”
La niña pronuncia “lobulila”, por decir “libélula” cuando ve una imagen real del insecto en un documental de televisión.
Este orden de importancia aplica para los adelantos que observaremos en la próxima etapa (de 3 a 6 años), en la cual veremos mayor intención de los niños para comunicarse de forma escrita.

Materiales y actividades apropiados

Recuerde que puede adaptar actividades para proveer mayor reto o simplificar, si es necesario.
  • Dibuje y recorte una ilustración de un árbol y péguelo sobre una hoja de papel. Luego, consiga fotografías de miembros de la familia y haga que el niño nombre la persona que se muestra en la foto mientras la va pegando al árbol. Háblele sobre las fotografías; esto ayuda al niño a comprender su familia y su lugar en ella. Esto puede ser un proyecto familiar y escolar.
  • Haga uso del drama en el juego y los arreglos para incluir situaciones de la vida diaria. Utilizando la educadora como mediadora, los pequeños pueden observar los límites y apreciar los resultados.

De 3 a 6 años: preescolares en acción en ruta a la vida escolar.

Facilitando las tareas básicas que fomentan el intelecto

En estas edades, ya muchos de nuestros niños y niñas están matriculados en un centro o escuela preescolar. De no ser así, los padres y las madres deben proveer un cuidado que se complemente con actividades estimulantes en las áreas que hemos mencionado a través del módulo: sensoriales y motoras, intelectuales-lingüísticas y socioemocionales.
El desarrollo cognoscitivo, o intelectual, es el proceso por el cual los niños adquieren destrezas de pensamiento y lenguaje para convertir la información en conocimiento. Los adultos aportamos significativamente en este paso, al servir como modelos, ser comunicadores y apoyar el esfuerzo y los avances de los niños, al tiempo que adquiere y utiliza lo que ha aprendido. Los menores deben exponerse a diversas experiencias para que tengan la oportunidad de desarrollarse a su máximo potencial, acorde con sus intereses y habilidades particulares. Sin embargo, todo preescolar sigue teniendo necesidades básicas, como son alimentación adecuada y variada –de acuerdo al gasto calórico que hacen en esta edad–; afecto y amor; períodos de actividad, descanso y sueño; interacción social; seguridad física y cuidado médico. Todas deben satisfacerse antes de ofrecer actividades educativas. De esta manera, las experiencias serán efectivas y placenteras, tanto en el centro o escuela, como en su hogar.

Juego y emociones

El juego tiene un rol especial durante la niñez y es fundamental para los preescolares, ya que aporta a todas las áreas de desarrollo. Con su ayuda, los niños aprenden a lidiar con otros, con sus emociones y sentimientos, y a establecer relaciones conflictivas o solidarias con los compañeros. Es labor de las cuidadoras y educadoras darles apoyo en situaciones de tensión, así como espacio para que experimenten los diversos sentimientos. A través del juego, ejercitan sus músculos gruesos y coordinan sus movimientos de motor-fino, exploran el mundo y obtienen logros significativos, que les ayudan a desarrollarse a su máximo potencial. La creatividad es una expresión espontánea que también se estimula con múltiples herramientas, como lo son lápices, plastilina, cucharas que se usan con originalidad, como lo muestra “la artista” de la foto.
Uso creativo de herramientas (3.6 años).Uso creativo de herramientas (3.6 años).

La niñez senti-pensante

El desarrollo integral de la niñez incluye el desarrollo sensorimotriz, socioemocional, cognoscitivo o intelectual, y lingüístico (este último, ligado al intelectual). Toda actividad que propicie el desarrollo intelectual y el aprendizaje a través del juego es siempre apropiada para la niñez, ya que el juego es parte del aprendizaje inicial del individuo. No obstante, es importante que sea equilibrado: que sea un desafío, pero sin ser demasiado complicado, tal que le impida alcanzar su objetivo. Debe ser manejable, interesante y divertido.
Es importante tener en cuenta que todos somos diferentes. Por esto, lo que es excitante para unos, no lo es para otros.
El desarrollo es un proceso continuo y paulatino, pero la etapa preescolar es la culminante de muchas destrezas y habilidades para la vida adulta. Las educadoras responsables tienen expectativas reales para los niños de acuerdo a su crecimiento, las cuales se conocen como prácticas apropiadas del desarrollo. Las fotos que se muestran recogen destrezas propias de los 3 años en adelante.
Neurológicamente, ocurren millones de conexiones neuronales, y el cerebro aumenta su corteza cerebral. Dichas conexiones son las responsables de conductas más inteligentes, que responden al estímulo ambiental y de las personas que se encargan de suplir las necesidades de los niños y niñas. El cerebro emocional, compuesto por el sistema límbico, es el que procesa las experiencias emotivas, el aprendizaje y la motivación. Igualmente, el hipocampo –nuestra memoria– almacena nuestras experiencias con el sello único de nuestra percepción personal.
Durante toda la etapa preescolar, los niños y niñas utilizan juguetes de forma variada, pues cada vez descubren nuevas maneras de utilizarlos. Continuamente, aumentan su conocimiento y evolucionan a un nivel más profundo dentro de sus capacidades, elaborando procesos de pensamiento que le sirven a lo largo de sus vidas para resolver problemas e idear soluciones nuevas.
Mono, dibujo a los 4 años.Casa grande, dibujo a los 5 años.Escritura cursiva (6 años)Leyendo laminas a los 3.6 años.

Inventos lingüísticos: reinventando el lenguaje

En el desarrollo lingüístico, vemos también unas manifestaciones extraordinarias que llamaremos “inventos” –palabras de nueva creación– y “aproximaciones” –aquellas que se acercan a la pronunciación convencional. Veamos los siguientes ejemplos, articulados entre los 3 y 5 años:

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