sábado, 17 de noviembre de 2012

Enojo...Ira... Herencia Genética...


“Uno puede modificar su personalidad dentro de los márgenes que le da la naturaleza”, dijo el profesor Reuter. “No hay excusas para la mala conducta”.


 Investigación  realizada sobre la ira.


Hay muchos términos medios, pero así como hay personas-cerillo que a la primera provocación se encienden llenos de ira, rojos y furibundos, hay personas a quienes todo se les resbala, capaces de mantener la cabeza fría aunque a su alrededor arda la batalla de Troya.
Un estudio que se publica en la revista especializada Behavioural Brain Research han retoma un tema polémico, al reportar una asociación entre los niveles de ira y una mutación en el gen que codifica una fosfoproteína cerebral.
Varios medios británicos tomaron al punto la nota hablando del “gen de la ira”. Los genes participan en la ecuación, pero en un estallido de furia participan muchos otros factores.
Detrás del nuevo estudio hay una proteína reguladora de nombre complejo: fosfoproteína regulada por dopamina y cAMP de 32 kilodaltons, más cómodamente abreviado como DARPP-32.
Un equipo de científicos de la Universidad de Bonn reunió a 838 caucásicos sanos y los sometió a dos procedimientos. El primero fue un simple cuestionario que se diseñó para indagar cómo los voluntarios enfrentaban la ira. En el segundo, se tomaron muestras de su ADN para buscar específicamente el gen que produce la proteína DARPP-32 este gen existe en tres versiones: TT, TC y CC, y al empatar las dos partes del estudio los científicos se dieron cuenta de que T es igual a más explosividad. Las personas con el gen versión TT y TC se enojaban mucho más que las personas con el gen versión CC, y las personas con las primeras versiones del gen “no son capaces de controlar sus sentimientos tan bien como aquellos que no tienen la mutación”, dijo Martin Reuter, uno de los firmantes del estudio.
“Yo no soy una persona enojona, pero puedo enojarme si es importante”, agregó el experto, que tiene la versión TC del gen.
Según los primeros recuentos del caso, la proteína DARPP-32 modula los niveles de dopamina en el cerebro. ¿Dopamina? Es un químico relacionado con la ira y la agresión; las personas con versiones TT y TC del gen productor de DARPP-32 producirían más dopamina, acortando la mecha de explosividad de las personas.
Algo que también averiguaron los investigadores de Bonn es que las personas más enojonas tenían menos materia gris en la amígdala, una parte del cerebro situada sobre el tallo y que participa, por supuesto, en la regulación emocional.
El estudio da un dato y una opinión. El dato es que las versiones TT y TC del gen DARPP-32 son más comunes en las poblaciones de Occidente. Su opinión, es que en las competitivas sociedades occidentales mostrar explosividad parecería como algo positivo: ¿quién le mirara la cara a una persona que a las primeras de cambio estalla en ira?
Así lo expresa el informe: “Grados elevados de ira son, por supuesto, poco deseables socialmente, pero cierto nivel de conducta asociada a la dominancia ayuda a establecer una posición en la jerarquía social”.
En otras palabras, hacerle al enojón puede ser causa para perder amigos.
¿Será verdad? Después de todo, un prolongado estudio hecho por expertos estadounidenses ha sugerido que sí. A partir de una muestra de 824 hombres y mujeres, el estudio de Harvard sobre desarrollo adulto indicó que quienes reprimen su frustración tienen al menos tres veces más probabilidad de admitir que llevan una vida personal frustrante y que sienten haber llegado al límite en su vida laboral.
En cambio, según el estudio de Harvard, quienes aprenden a controlar y canalizar su ira tenían mejores probabilidades de ser estables y de disfrutar de intimidad emotiva con sus seres queridos.
“La gente piensa en la ira como una emoción terriblemente peligrosa, y eso les alienta a practicar el pensamiento positivo”, dijo el profesor George Vaillant, priquiatra en la Escuela Médica de Harvard. “Pero nosotros hallamos que tal acercamiento es autoderrotista y en última instancia constituye una negación dañina de una realidad desagradable”.
La respuesta, claro, está en hasta dónde es positivo dejar que la ira se apodere del cuerpo frente a una situación estresante. Hace siete años, el doctor Redford Williams, de la Universidad Duke, sorprendió al mundo exponiendo en televisión su tesis de que la ira era heredada, y de que detrás de ella había mutaciones en el llamado transportador de la serotonina, otro importante químico cerebral.
Williams escribió un libro titulado La ira mata, recalcando que darle rienda suelta a esta emoción eleva la presión sanguínea y se traduce en cambios fisiológicos que incrementan los riesgos a la salud.
Otros informes apuntalan esta relación: un estudio hecho en Estados Unidos encontró que los más enojones tienen también más afecciones cardíacas  en marzo, otro estudio en Inglaterra dijo que quienes pierden los estribos tienen 19 por ciento más probabilidades de morir de un infarto que los “cabeza fría”.
En todo caso, y volviendo al nuevo estudio, los propios autores aclaran que la genética puede ser responsable, en todo caso, de cerca de la mitad de nuestra disposición a estallar. De hecho, DARPP-32 es sólo uno de varios genes implicados.
No hay excusas para las malas conductas.










:CLAVES: Apagar el fuego.


• En su libro y sus conferencias, Radford Williams propone que la clave está en el justo medio: ni reprimir el enojo ni dejarlo salir explosivamente. Se trata de enfrentarlo.
• El modelo de Williams se llama “Valgo la pena”, y usa las iniciales para plantear cuatro preguntas. Las dos primeras: ¿esto es Importante para mí? ¿Es Apropiada mi respuesta?
• ¿Modificar algo cambiará las cosas?, plantea la tercera pregunta, y la final dice: en esta situación, ¿Vale la pena hacer algo? El solo hecho de plantearse las preguntas hace ganar tiempo para enfriarse, dice.

Muchas personas confunden enojo con violencia, aunque debemos diferenciarlos. Como dijimos, el enojo es una emoción normal, saludable y natural en todo ser humano, mientras que la violencia es una conducta negativa y patológica. La violencia es una forma tóxica de expresar el enojo. 

Nivel apagado 


Pero no tenemos un nivel medio. 

Quienes adoptaron este mito, solo poseen dos formas de reaccionar y no hay grises para ellos: Explotan o se tragan la bronca. 

 

Hoy en día se ha comprobado que existen diferentes niveles de bronca. 
Cuando nos enojamos, hay luces de alerta: 

 

 

 

Cada color indica cuándo el enojo va en aumento y la luz negra significa la explosión. 

Debemos comprender que todos tenemos permiso para enojarnos y es preciso conocer los diferentes recursos internos con los que contamos para evitar que la ira nos domine.Por ejemplo, saber que todos tenemos dominio propio, que no es ni mas ni menos que autoridad sobre nosotros mismos y sobre nuestras reacciones. 

 

Según un cuento popular, existen cuatro cosas en la vida que no se recuperan: 

 

La violencia es una conducta anormal y su objetivo es lastimar al otro. Hay varios motivos por los que una persona transforma su enojo en ira y violencia. 

 

Debemos tener en cuenta: 

 

La linea entre el enojo y la violencia es delgada, pero la consecuencias de un simple enojo a un ataque de violencia son totalmente diferentes.


En los hospitales y centros de salud hay que cultivar buenas
amistades y también hay que ser buen amigo(o). Usted sabia que:

La exigencia emocional de la profesión de enfermería es un factor de riesgo laboral, según expertos: La alta exigencia psicoafectiva de la profesión de enfermería puede ser un factor de riesgo laboral si no se controla adecuadamente, según han explicado diferentes espertas entre ellas la coordinadora de Prevención del Hospital de Cruces en Vizcaya, Esperanza Álvarez.

"Las buenas prácticas en prevención de riesgos en el sector sanitario funcionan de una manera muy similar a las de cualquier otro sector; sin embargo, hay aspectos específicos. En el colectivo de enfermería, por ser una profesión altamente feminizada y por las características de su ejercicio profesional, puede haber una presión añadida sobre sus riesgos laborales, Concreta mente, hace referencia a la alta exigencia que se produce, en ocasiones, en muchas enfermeras para las que no es fácil "mantener la necesaria separación" de la realidad profesional con la vida personal.
La exigencia emocional de la profesión de enfermería es un factor de riesgo laboral, según experta

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